Eduardo Mosso - Taller Literario (2014)
(El texto que sigue es una variación —a modo de versión abreviada— del cuento "Europa", que obtuvo el 1er. Premio en el Certamen Literario Vicentín 2014)
Europa
“Uno no se mata por el amor de una mujer:
uno se mata porque un amor,
cualquier amor nos revela nuestra desnudez,
nuestra miseria,
nuestro desamparo,
la nada.”
(Cesare
Pavese)
… Y hace dos semanas me avisa: “Viajo a Europa”. Así como te cuento.
Bueno pensé, ¿pero por qué me avisa a mí? Entonces pensé que me avisó nada más
que porque quería compartir la noticia, pero no imaginé que seguiría contándome
el viaje. Le contesté: “¡qué bien, buen
viaje!”. No, no, ahora recuerdo que antes le había preguntado: “¿y cuándo?”, me contestó: “El jueves por la noche”. Le volví a
desear: “buen viaje ¿y cuándo volvés?
Me contestó: “Gracias. No lo tengo
pensado.”
Y un día recibo
un mensaje: “Estoy viajando a
Alessandria”. ¿Y a mí que me importa? le hubiera contestado, pero le
contesté: “bueno, buen viaje”. ¿A
Alessandria?, ¿irse a Europa para viajar a Alessandria?, sí que era un tipo
raro.
“Estoy
en el Piamonte”
me escribió. Claro, perdiendo el tiempo para ver si encuentra otros con su
apellido, esas pavadas. ¡Para eso fue a Europa! Con los lugares hermosos, las
playas, las cosas que hay en Europa, en París por ejemplo, o en Londres,
Montecarlo, que sé yo ¡y éste se va al Piamonte a buscar parentela! ¿Para qué
se puede saber? ¿para qué? Saber quién era, siempre volvía con eso. Saber quién
era uno mismo ¿qué manera rara de pensar, no? Si cualquiera sabe, se conoce,
sabe cómo es uno mismo ¿o no? además, ¿qué importancia puede tener eso?
Otro día me
escribe: “Llegué a S. S. Belbo”.
¿Adonde? le pregunté, y responde: “a
Santo Stefano Belbo? Bien gracias pensé. Jamás había oído ese nombre, de
ahí habrá sido su familia supongo. Por gentileza nomás, por preguntar algo le escribí“¿Y cómo está el tiempo? Aquí llueve”.
Me contestó: “la noche gotea fría sobre
los umbrales (C.P.)”. Está de buen humor, que poético pensé.
Cuando lo conocí
parecía otra cosa, no sé distinto, intrigante, pero al final me pesaba estar
juntos. Buena persona sí, inteligente también. Pero no más que eso, nada que me
haya entusiasmado.
“Estoy
en la casa de Pavese, después voy a la de Nuto” me escribió.
Entonces entendí que estaría encontrando parientes, le contesté: “me alegro, que lo pases bien”.
El siguiente
mensaje fue: “Ahora estoy en la colina,
en Gaminella. Vi la colina de Salto y conocí La Mora. Caminé hasta Canelli y
estuve en las vías del tren. Me siento niño (C.P.)”. No le contesté. Otra vez fue un mensaje
larguísimo sobre el que no supe decir nada: “Así,
este pueblo donde no he nacido, me hizo creer durante mucho tiempo que era el
mundo entero. Ahora que he visto realmente el mundo y sé que está hecho de
tantos pequeños pueblos, ignoro si de muchacho me equivocaba en mucho (C.P.)”
Y a partir de ese
vino la serie de mensajes inentendibles, a los que ya casi no respondí: “Mis tierras de viñas, ciruelos y castaños,
donde siempre han medrado los frutos que he comido; mis hermosas colinas dan un
fruto mejor que el de mis sueños de siempre, el que no he mordido nunca. ¿Vale
la pena estar solo, para estar siempre más solo? (C.P.)”
No hay comentarios:
Publicar un comentario