jueves, 13 de noviembre de 2014

Eduardo Mosso: Taller Literario 2014


Eduardo Mosso - Taller Literario (2014)
(El texto que sigue es una variación —a modo de versión abreviada— del cuento "Europa", que obtuvo el 1er. Premio en el Certamen Literario Vicentín 2014)



Europa

“Uno no se mata por el amor de una mujer:
uno se mata porque un amor,
cualquier amor nos revela nuestra desnudez,
nuestra miseria,
nuestro desamparo,
la nada.”
(Cesare Pavese)

… Y  hace dos semanas me avisa: “Viajo a Europa”. Así como te cuento. Bueno pensé, ¿pero por qué me avisa a mí? Entonces pensé que me avisó nada más que porque quería compartir la noticia, pero no imaginé que seguiría contándome el viaje. Le contesté: “¡qué bien, buen viaje!”. No, no, ahora recuerdo que antes le había preguntado: “¿y cuándo?”, me contestó: “El jueves por la noche”. Le volví a desear: “buen viaje ¿y cuándo volvés? Me contestó: “Gracias. No lo tengo pensado.”
Y un día recibo un mensaje: “Estoy viajando a Alessandria”. ¿Y a mí que me importa? le hubiera contestado, pero le contesté: “bueno, buen viaje”. ¿A Alessandria?, ¿irse a Europa para viajar a Alessandria?, sí que era un tipo raro.
“Estoy en el Piamonte” me escribió. Claro, perdiendo el tiempo para ver si encuentra otros con su apellido, esas pavadas. ¡Para eso fue a Europa! Con los lugares hermosos, las playas, las cosas que hay en Europa, en París por ejemplo, o en Londres, Montecarlo, que sé yo ¡y éste se va al Piamonte a buscar parentela! ¿Para qué se puede saber? ¿para qué? Saber quién era, siempre volvía con eso. Saber quién era uno mismo ¿qué manera rara de pensar, no? Si cualquiera sabe, se conoce, sabe cómo es uno mismo ¿o no? además, ¿qué importancia puede tener eso?
Otro día me escribe: “Llegué a S. S. Belbo”. ¿Adonde? le pregunté, y responde: “a Santo Stefano Belbo? Bien gracias pensé. Jamás había oído ese nombre, de ahí habrá sido su familia supongo. Por gentileza nomás, por preguntar algo le escribí“¿Y cómo está el tiempo? Aquí llueve”. Me contestó: “la noche gotea fría sobre los umbrales (C.P.)”. Está de buen humor, que poético pensé.
Cuando lo conocí parecía otra cosa, no sé distinto, intrigante, pero al final me pesaba estar juntos. Buena persona sí, inteligente también. Pero no más que eso, nada que me haya entusiasmado.
“Estoy en la casa de Pavese, después voy a la de Nuto” me escribió. Entonces entendí que estaría encontrando parientes, le contesté: “me alegro, que lo pases bien”.
El siguiente mensaje fue: “Ahora estoy en la colina, en Gaminella. Vi la colina de Salto y conocí La Mora. Caminé hasta Canelli y estuve en las vías del tren. Me siento niño (C.P.)”.  No le contesté. Otra vez fue un mensaje larguísimo sobre el que no supe decir nada: “Así, este pueblo donde no he nacido, me hizo creer durante mucho tiempo que era el mundo entero. Ahora que he visto realmente el mundo y sé que está hecho de tantos pequeños pueblos, ignoro si de muchacho me equivocaba en mucho (C.P.)”
Y a partir de ese vino la serie de mensajes inentendibles, a los que ya casi no respondí: “Mis tierras de viñas, ciruelos y castaños, donde siempre han medrado los frutos que he comido; mis hermosas colinas dan un fruto mejor que el de mis sueños de siempre, el que no he mordido nunca. ¿Vale la pena estar solo, para estar siempre más solo? (C.P.)”


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