miércoles, 10 de agosto de 2011

Taller de Literatura para Niños (II)

Graciela Nasini
EL SECRETO (fragmento)

Se lo prometí porque estaba seguro de poder guardarlo. Después de todo, sólo ocupaba un rinconcito de mi cabeza. Pero lo que yo no sabía es que los secretos, cada vez que uno los piensa, se inflan, engordan.
Un día, haciendo la tarea, se empezó a mezclar con las cuentas de multiplicar. Me enojó mucho y lo volví a mandar a su rincón. Ahí me di cuenta de que no entraba, necesitaba un espacio mucho más grande y no se quedaba quieto en mi cabeza. Traté de ignorarlo y me puse a leer el libro que me regalaron para el cumple. Se asomaba cada dos renglones y cada vez estaba más gordo. Llegó un momento en que, pensara lo que pensara, me topaba con él. Y con sólo observarlo un poquito, más se agrandaba y más difícil era ignorarlo.
Cuando se lo conté a Flora, fue un alivio. Pude sentir cómo se desinflaba para volver a su tamaño original. Se lo conté después de que me jurara que no se lo diría a nadie. "Por mis hijos, que son lo que más me importa en el mundo", dijo. Y siguió con las tareas de la casa, cantando como siempre. Flora siempre está cantando. Canta distinto tipo de canciones según lo que esté haciendo. Canta tangos cuando plancha, canciones románticas cuando anda por los dormitorios... Pero yo ya había aprendido lo que pasa con los secretos, había hecho mi promesa de que éste estaría a salvo, y tendría que vigilarla.
Al rato nomás, interrumpió la canción que había empezado y se quedó mirando la nada. Estoy seguro de que pensaba en él. Después me miró y me guiñó un ojo. Nunca me guiñaba los ojos Flora. Sin duda lo había engordado y le estaba tocando la parte del cerebro que maneja los párpados.
A la tarde siguiente, la cosa se puso más grave...

No hay comentarios:

Publicar un comentario