domingo, 13 de septiembre de 2009

De los mundos perdidos


Criaturas de los mundos perdidos
(Historias de exploradores y aventureros)

Homo Sapiens Ediciones, Colección La Flor de la Canela, 2008

BEATRIZ ACTIS

(Fragmento)

DIFÍCIL DE EXPLICAR
Cuando amanece, y el aire y el mar dejan atrás su largo aliento nocturno, o cuando el atardecer asoma su sombra sobre el Atlántico Sur, puede verse la figura de una tortuga gigante en la orilla, la vista clavada en el horizonte.
Un insecto pequeño, inquieto, zumbón, revolotea alrededor del cuerpo acorazado de la tortuga, mientras posa su miradita en el límite lejano entre cielo y océano.
Hay amistades repentinas que resultan difíciles de explicar.
Y hay historias escondidas que sólo los nuevos idiomas, los nuevos amigos pueden descubrir o recordar.

CONFESIONES A ORILLAS DEL MAR
En la calle Chiriguano, más precisamente en el Albergue-Barco para Animales en Descanso (ABAD), conviven una anciana tortuga laúd y una anciana avispa camachuí.
“Treinta años de picotear a pescadores de dorados, esos peces heroicos que algunos llaman los tigres de los ríos –cuenta la avispa-; tres décadas de espantar a cazadores de patos biguá, de provocar reacciones alérgicas en depredadores de la fauna salvaje y en turistas europeos que buscan exotismo en los riachos de la costa litoral... Demasiado trabajo, mi amiga”.
Se demora apenas en un suspirito y continúa: “Quería desde hace mucho tiempo hacer los trámites de la jubilación y sin embargo no podía: tenía los años de servicio pero no me daba la edad. Es que empecé a ser avispa de la costa siendo muy joven, ¿sabe?, meta revolotear el santo día en las orillas del arroyo Ubajay y del río San Javier...”.
La avispa termina su confesión, satisfecha: “Y ahora, al fin, ¡pude retirarme y conocer los mares del sur!”.
“... que alguna vez fueron míos”, completa la tortuga con una nostalgia orgullosa, pero cristalina.
“El mundo puede mirarse del derecho y del revés”, se lee en el cartelito colgado a la entrada del albergue ABAD (del mismo modo que en algunas casas puede leerse: “Hogar, dulce hogar” o “Bienvenidos, pero sin chismes”).
La particularidad de la inscripción es aquí, además, que la frase del cartel queda demostrada en el famoso palíndromo:
“Dábale arroz a la zorra el ABAD”.
Que puede leerse del derecho y del revés.

UN VAGO RUMOR DE PESCADORES
Esto es así: en épocas recientes, la avispa se jubiló de su trabajo -de avispa- en el litoral del país, y como su sueño siempre había sido conocer el mar, se retiró a disfrutar del ocio de la jubilación en el albergue-barco de Puerto del Tala.
Trabajó por años en el Museo de Santa Fe la Vieja. Se llevaba muy bien con la directora, Doña Lina Marcial, que impedía que los cuidadores y los visitantes destruyeran su nido.
“Prácticamente –cuenta la avispa-, ¡he vivido todos estos años adentro de un museo!”.
En ese museo no hay dinosaurios, como sí los hay en el de La Plata, según le contaba a la avispa la directora, que había estudiado la carrera de Museología en aquella ciudad.
En las ruinas de Santa Fe la Vieja hay, en cambio, “huesos de cristianos” (los primeros habitantes del lugar) y también restos de la iglesia y de algunas casas, trozos de vasijas, de adornos y de armas, en fin, vestigios de lo que era la vida en una ciudad de aquellas épocas.
Después de escuchar a su vecina de la calle Chiriguano, la tortuga laúd -oriunda del amplio mar austral y más precisamente de los aledaños de Puerto del Tala- relata las historias oceánicas, sus recuerdos de la primera juventud:
“Vea, lo mío han sido siempre las profundidades del mar, y el río que usted menciona es sólo para mí un nombre lejano, una especie de invención de las gentes, no sé si me comprende, comadre: un vago rumor de pescadores”.

DEL TUYU
La tortuga se llama Carolita del Tuyú.
Submarina como se la ve, siempre soñó con zambas, chamarritas y chacareras, es decir, con música de la tierra adentro.
Así que, en realidad, en vez de Carolita del Tuyú, le hubiera gustado llamarse Telésfora Castillo o Julia Elena Dávalos o, aunque sea, La Vestido Celeste. (Es ése su secreto).

ANAHI CAMACHUI
La avispa, que responde al sonoro nombre de Anahí Skalicán, comenta:
“Todas mis amigas en el Litoral se llaman Ramona y, en algunas ocasiones, se llaman María Ester.
“Yo, en cambio, me llamo Anahí Danalí Skalicán, y estoy orgullosa de mi apellido.
“Es original, es sonoro, es rítmico y, en especial, es ucraniano.
“Desde chiquita ando por la vida pronunciando mi nombre y a continuación: explicándolo, deletreándolo, diciendo frases aclaratorias del tipo de: ‘Polaco no; checoslovaco tampoco’ y también: ´Claro que estoy contenta de llevarlo. ¿No se da cuenta usted, acaso, de que es un apellido: original, sonoro, rítmico, ucraniano???’ “.
Carolita acota en tales ocasiones: “Nuestro país, se sabe: crisol de razas”.
Y Avispa agrega, solemne: “Y también, la América toda”.

(…)

CRIATURAS DE LOS MUNDOS PERDIDOS
Las criaturas fantásticas, las dudas y las incógnitas, las cosas lejanamente perdidas, la cara oculta de la naturaleza hacen del mundo un lugar visible y, al mismo tiempo, invisible.
A esto lo saben muy bien Avispa y Tortuga, anónimas compañeras del soñador Antonio Francia; habitantes de zonas de frontera, proclives a la leyenda; guardianas memoriosas de las historias fluviales, de las historias oceánicas.
*
Las criaturas sorprendentes pueden ser:
- serpientes con alas,
- monstruos de las nieves,
- bicharracos de larguísimo cuello que emergen de los lagos,
- o criaturas mitad mujer y mitad águila.
Son seres extraños que están amarrados a la imaginación de los hombres, a sus miedos y a sus deseos más secretos (y a veces, incluso, a sus esperanzas).
Las criaturas fabulosas también pueden ser:
- calamares gigantes que atacan a barcos pesqueros,
- espíritus de los bosques,
- seres indescriptibles que merodean las ciudades,
en fin, animales mágicos dando vueltas y vueltas por un mundo poblado de:
- ciudades ocultas,
- ciudades perdidas,
- ciudades soñadas,
y, a veces, ciudades apenas entrevistas o vislumbradas en la duermevela.
*
Los misterios debilitan la frontera entre aquello que se conoce y aquello se imagina.
Como una voz espectral sin espacio ni tiempo.
*
Existen bestiarios de río y bestiarios de mar, según los cuales una tortuga laúd es también una pálida sirena (piensa la avispa) y una avispa camachuí puede verse como un distante y rotundo pájaro de fuego (piensa la tortuga, es decir, la nueva sirena).
*
Los misterios dejan huellas que quitan el sueño y precipitan a veces las pesadillas, a veces las ilusiones.
*
Es éste el momento en que Carolita del Tuyú y Anahí Danalí Skalicán, en el reposo de Puerto del Tala, contemplan el atardecer sobre el Atlántico Sur y piensan con calma pero con sorpresa, cada una en relación con la otra:
“Caramba. Ya le he presentado a mi nueva amiga mis viejos fantasmas”.

(...)

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